Había una vez, hace mucho tiempo, un barco que navegaba por los mares de sur. Era un galeón pirata y al mando estaba el Capitán Barbosa.
El Pirata Barbosa era un jefe pirata como todos los demás. Tenía un garfio en una mano, un parche en un ojo y se dedicaba a abordar y asaltar al resto de navíos. Todos los capitanes y navegantes temían al capitán Barbosa por la leyenda que se había forjado por sus sanguinarios ataques a marineros.
Pero un día durante un viaje por alta mar, se desató una tormenta con truenos, relámpagos y mucha, mucha, lluvia. Uno de los rayos de la tormenta fue a caer al palo mayor del navío del capitán Barbosa. El paló se partió y la vela se rasgó por la mitad.
El capitán Barbosa asustado y nervioso se aferró con todas sus fuerzas al timón para mantener la dirección del barco, pero el barco estaba a merced de las enormes olas. Así en esta lucha entre el capitán y los elementos, el barco fue aproximándose a unas rocas cercanas. Que como cuchillos afilados, rompieron la proa del barco. El capitán trató de evitar otro embiste de las rocas con el barco, pero no fue posible. Esta vez la popa chocó contra las rocas y se abrió una gran vía de agua que provocó que el agua entrara sin control en la bodega del barco.
Las gotas de lluvia se deslizaban por la barba del capitán a la vez que el agua entraba con gran fuerza en todos los rincones del barco. Viendo que su barco iba a hundirse, pasó por la mente del capitán todos los abordajes que había llevado a cabo con él, las miles de millas que había surcado y todos los lugares recónditos que había conocido. Mientras que estos pensamientos pasaban por su mente, el capitán se agarró fuertemente al timón y vio como el agua del mar empezaba a llegarle a las rodillas. Había decidido no abandonar la única compañía que había tenido en los últimos años y se hundiría con él. Rápidamente el agua empezó a cubrir primero el pecho del capitán y enseguida el cuello. El barco iba irremediablemente al fondo del mar.
Trascurridos unos segundos el barco desapareció completamente y con él su capitán. Al cabo de unos minutos la tempestad cesó y vino la calma. En la repentina tranquilidad del mar apareció flotando un trozo de tela, se trataba de la camiseta rasgada del capitán. Esta camiseta lleva siglos flotando por todos los mares del mundo y existe una leyenda entorno a ella.
Esta leyenda cuenta que cada vez que un barco avista la camiseta del capitán Barborsa se desata una gran tempestad con grandes olas, rayos, truenos y mucha lluvia, como la que provocó el naufragio del Capitán.
Ejercicios
Una vez leído el cuento anterior vamos a realizar mediante papiroflexia el barco y la camiseta del capitán. Fijate bien en las figuras geométricas que van apareciendo y contesta a las siguientes preguntas:
1. En el paso 3 obtenemos cuatro rectángulos semejantes al folio. ¿Qué relación existe entre las dimensiones del folio y las dimensiones de cada uno de los rectángulos? ¿Qué relación existe entre el área del folio y el área de cada uno de los rectángulos? ¿Qué fórmula tiene el área de un rectángulo?
2. ¿Qué es un triángulo rectángulo? ¿Qué es un triángulo isósceles? ¿Cuál es el área del triángulo?
3. En el paso 10 descomponemos un cuadrado en dos triángulos. ¿Qué relación guarda el área de cada uno de estos triángulos con el área del cuadrado?
4. En el paso 9 obtenemos el barco. ¿Qué figura geométrica observas? Deduce el área de esta figura mediante la suma del área de dos triángulos y un rectángulo.
5. Dibuja todas las figuras geométricas que han ido apareciendo en la construcción del barco y escribe sus áreas correspondientes.
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domingo, 8 de noviembre de 2009
jueves, 29 de octubre de 2009
Rana Saltarina
Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente de nata.
Inmediatamente, se dieron cuenta de que se hundían: era imposible nadar o flotar demasiado tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas. Al principio, las dos ranas patalearon en la nata para llegar al borde del recipiente. Pero era inútil, sólo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Sentían que cada vez era más difícil salir a la superficie y respirar.
Una de ellas dijo en voz alta: "No puedo más. Es imposible salir de aquí. En esta materia no se puede nadar. Ya que voy a morir, no veo por qué prolongar este sufrimiento. No entiendo qué sentido tiene morir agotada por un esfuerzo estéril.
Dicho esto, dejó de patalear y se hundió con rapidez, siendo literalmente tragada por el espeso líquido blanco.
La otra rana, más persistente o quizá más tozuda, si dijo: ¡No hay manera! Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo, aunque se acerque la muerte, prefiero luchar hasta mi último aliento. No quiero morir ni un segundo antes de que llegue mi hora.
Siguió patalenado y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin avanzar ni un centímetro, durante horas y horas.
Y de pronto, de tanto patalear y batir las ancas, agitar y patalear, la nata se convirtió en mantequilla.
Sorprendida, la rana dio un salto y, patinando, llegó hasta el borde del recipiente. Desde allí, pudo regresas a casa croando alegremente.
Del libro: "Déjame que te cuente" Jorge Bucay.
Aquí está la presentación con los pasos a seguir, al final tendremos una rana que salta:
Inmediatamente, se dieron cuenta de que se hundían: era imposible nadar o flotar demasiado tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas. Al principio, las dos ranas patalearon en la nata para llegar al borde del recipiente. Pero era inútil, sólo conseguían chapotear en el mismo lugar y hundirse. Sentían que cada vez era más difícil salir a la superficie y respirar.
Una de ellas dijo en voz alta: "No puedo más. Es imposible salir de aquí. En esta materia no se puede nadar. Ya que voy a morir, no veo por qué prolongar este sufrimiento. No entiendo qué sentido tiene morir agotada por un esfuerzo estéril.
Dicho esto, dejó de patalear y se hundió con rapidez, siendo literalmente tragada por el espeso líquido blanco.
La otra rana, más persistente o quizá más tozuda, si dijo: ¡No hay manera! Nada se puede hacer para avanzar en esta cosa. Sin embargo, aunque se acerque la muerte, prefiero luchar hasta mi último aliento. No quiero morir ni un segundo antes de que llegue mi hora.
Siguió patalenado y chapoteando siempre en el mismo lugar, sin avanzar ni un centímetro, durante horas y horas.
Y de pronto, de tanto patalear y batir las ancas, agitar y patalear, la nata se convirtió en mantequilla.
Sorprendida, la rana dio un salto y, patinando, llegó hasta el borde del recipiente. Desde allí, pudo regresas a casa croando alegremente.
Del libro: "Déjame que te cuente" Jorge Bucay.
- Una vez que hemos leido este fragmento del libro "Déjame que te cuente" de Jorge Bucay que nos anima a esforzarnos y luchar por lo que deseamos. Vamos a construir una rana mediante papiroflexia, en la que identificaremos ciertas figuras geométricas: Rectángulo, Triángulo, Cuadrado, Trapecio, Rombo.
Aquí está la presentación con los pasos a seguir, al final tendremos una rana que salta:
Etiquetas:
Las Matemáticas y la Lengua
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